somos los pequeños regalos que el tiempo dio al vacío, gotas de rocío deslizándonos por las suaves manos de la vida, puntitos en lo infinito, estrellas reflejadas en el mar. Somos lo que de nosotros contaban nuestros ancestros, somos lo que decimos con tan solo una mirada, constelaciones eternas, corales de almas.
Me sumerjo y emerjo, con las burbujas a mi al rededor, de las profundidades de la noche a la superficie de un papel, tengo tinta en los dedos, tengo historias enredadas en el pelo.
Mil vidas que fluyen al mas allá, que se cruzan en el más acá y juegan a ser alguien más. Mil vidas y alguna más, codo a codo, colmenas, constelaciones, construcciones de corazones desiertos enlazados por aquello que los unió, por aquello que los separó.
Que solitario puede ser un infinito cunado no se tiene letras, que triste puede ser la voz cuando no hay mas que horizonte. Que pesada puede ser una lagrima que no se disuelve en el cálido abrazo del océano.
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