En una noche de luces y te de limón...
en una noche de estrellas en un café, te escuche...
Escuche la sinfonía que componía tu alma...
escuche el piano que el viento tocaba,
escuche a Chopin,
escuche al otoño acariciando las hojas,
escuche a Mozart,
escuche a la luna entre las desnudas ramas de los arboles...
te escuche, y en un suspiro...
en un suspiro me deshice de toda la indiferencia
y me deje enredar por las notas de tu voz.
En una noche de esas que no terminan con el alba te vi,
sacándole poesía las teclas de marfil,
y en lo imposible de es momento,
y en la intimidad de una taza humeante supe
que me llevaría tus notas con migo,
grabadas para siempre en la memoria de una noche en un café.

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