jueves, 4 de mayo de 2017

Aleteo de mariposa

Voy a la puerta del cuarto, voy y miro la cama, la estantería y el armario. Con un suspiro recorro la imposibilidad de ese espacio, de ese momento, para guardar en mi memoria un fragmento de lo que se quedo detrás, de la melancolía pintada en las paredes y los pasos perdidos que se extienden sobre la alfombra.

Se siente todo tan vacío, tan vacío y tan lleno, que incluso es difícil moverse entre tantos tantos recuerdos errantes que no supieron encontrar el camino a mi maleta.

Afuera el día sigue, las personas siguen con sus rutinas ruidosas y los perros lo miran sin comprender su locura, su desenfrenado andar, afuera el viento hace danzar a los arboles y el cielo azul es la cama perfecta para las nubes perezosas, afuera las aves y los ríos cantan, afuera los niños florecen y las flores juegan a la escondida... afuera...

Pero dentro, dentro de la casa, dentro de la maleta, dentro de la habitación, un corazón, doce palabras, millones de sentimientos y una de mil partidas hacia lo desconocido han quedado detenidas en el aire, suspendidas en el aleteo de una mariposa.

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