Contar las mejores historias era su objetivo, era su meta en la vida, su sueño, su utopía...Contar las mejores historias, escribirlas en el tiempo con las manos, con los pies, con la mirada, con sonrisas y lagrimas...
Escribirlas con su vida y en su vida, en canciones con noches y fogones, con viajes inacabables en carreteras infinitas.
Te helado en diciembre y café de termo en junio, besos fríos, abrazos largos y sonrisas de ojos brillantes eran el motor de todas sus aventuras. Siempre dispuesta a bucear en la tierra mas profunda y en cielos llenos de estrellas, acariciar las nubes y rosar con la punta de los dedos la ladera de las montañas.
Llevando con sigo doscientos relatos vivos en su mirada y un solo poema perfecto, escondidos en su imperfecto corazón... tan, tan juntos, que ya ni ella podía distinguir la sangre de las letras que corrían por sus venas... tan, tan juntos que nunca noto que quien la guiaba era el corazón y quien latía, la poesía.
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