La Madre
Horas y horas
gastadas en el escenario de luces
las tablas
las butacas
los zapatos de taco
los rostros cambiantes
los nombres inquebrantables
la inmutable relación de mil y un ciclos noche tras noche
y las marchas silenciosa de un tiempo destruido.
La Hija
Horas y horas
respirando música
sonando latidos
palpitando melodías
zapatos destrozados sobre zapatos destrozados
confusión sobre euforia
euforia sobre dolor
risas
vino
sudor.
El espíritu errante
Horas y horas
pies descalzos se deslizan
entre las sombras anónimas
que recorren las calles a las 6 de la mañana
al norte de mis rosas
entre agujas y puntadas
entre discursos y entrevistas
sobre una luna ilustrada.

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