No conozco un solo sueño
que no haya sido escrito
con una lapicera explotada,
que no se haya creado
entre cascadas de tinta
e ideas desbordantes.
Manchas,
manchas,
manchas son,
las que en mi almohada descansan.
Mil violetas
se enredaran en mi cabello,
mientras la mágica pluma del esperar
danzará entre los renglones de mis días,

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