domingo, 17 de febrero de 2019

Rey de la calle

Con la mochila destrozada y la gorra sobre la cabeza
camina, camina como un loco, como un lobo solitario, como un cachorro alegre
salta los charcos y para en los semáforos, como oteando el horizonte,
como escuchando las historias del vaivén y el runrún de los motores,
silva porque no hay nada
ni tigres ni elefantes,
que puedan detener sus sueños de volar entre carpas.
Trabajar,
saltar entre aros y pelotas,
tocar las nubes sin dejar el suelo,
comer uvas abajo de un parral,
areglar su ropa con mucho hilo y poca aguja
bailar,
tomar vino
practicar con los pibes en la placita 
y enamorarse de un chispazo.
Trabajar y conversar,
esperanzas dichas y miedos silenciados,
giran como en un carrusel,
cabeza de picaflor, de chorlito, de gorrión,
solo pierde quien no tiene ilusión, y no se ilusiona quien no sabe vivir.
Rey de la calle, que pasa y no deja de parar
por favor no pierdas la sonrisa de gurisito pelochuso,
la sabiduría fácil de zapato encintado
ni el alma de anciano soñador.