me siento y camino,
siento que vago
por las fronteras inescrutables,
siguiendo un rastro azul.
Nada callará el destino
que he decido para mi,
nada se interpondrá
en el silencio adoptado
por las formas del viento.
Mientras echaba a caminar,
la marea trajo manzanas
y las costas se tiñeron de inmortalidad.
el mundo se convirtió en los ecos
de cuentos sin terminar,
mientras las grises nubes
se reflejaban en el dorado mar.
vestida solo con el polvo
que mis pies levantaban al pasar
me dedique a mirar
los cortos hilos que anudan el tiempo
y entretejen nuestras manos.
Me dediqué a vivir
de los besos, de las musas,
y de los besos de las musas.
Me dediqué a sentir
a los segundos y las almas
susurrar sobre tiempos olvidados
e ideas muertas.
Las musas me acunaron
entre gris y dorado,
me abrazaron en azul
y me dieron el amor que dan al mundo,
ese que reparten de palma en palma
de frente en frente
de labios en labios
a cualquiera que no las haya abandonado,
a todo aquel que no haya menospreciado
las estrellas que regalan,
a aquellos que han regresado a su altar
con sueños de huellas en la arena.
Porque así son ellas
porque así es el camino
de quien alimenta con flores a los buitres
y pinta en su cielo la belleza de un desenlace
en esta era de eternidades.


