Estaba cantando las canciones del viento, sentado en la sima del mundo, con ella como compañía.
Estaba contando sueños para dormirme, para evadir al insomnio, con la ilusión de encontrar un palacio de nubes, un pedacito de magia.
Estaba soñando que contábamos las horas en el cielo, que nuestro mundo eran solo estrellas.
Estaba soñando que no estaba, y aun así, su presencia fantasmal me acompañaba, con la sutileza de la aurora, acariciando mi soledad.
Estaba soñando que cantaba a su blanca luz, a su eterna transformación.
Estaba sin saber si estaba dormido o despierto, solo que estaba allí, en ese mundo perdido y con el corazón olvidado en la luna.






